Chau a Tus Deudas - PEF. Clase 11 - Salir de las Deudas es Posible

PEF Clase 11. Formas de crédito y principales elementos para analizar

Tiempo lectura: ~16 minutos.

¡Hola, somos Chau a Tus Deudas! Te damos la bienvenida a la undécima clase del curso Gestión de las Finanzas Personales de nuestro Programa de Educación Financiera (PEF).

En la clase anterior vimos que no todas las deudas son malas, sino que depende de diversos factores relacionados principalmente a nuestra realidad financiera. En esta clase vamos a ver las formas más habituales de crédito que ofrecen los bancos a las personas, sus principales características y los puntos más importantes que debemos analizar antes de tomar una deuda.

 

Alternativas de crédito bancario

Las distintas opciones de crédito que nos ofrecen los bancos suelen estar asociadas a la necesidad que buscan cubrir en sus clientes. De la misma forma, nosotros tenemos que buscar dentro del menú de opciones, aquella que se adapte mejor a nuestra necesidad particular.

Debajo vamos a comentar las alternativas más frecuentes, ordenadas según el plazo de repago que otorga cada una.

Adelanto de sueldo

Es un préstamo de muy corto plazo, que generalmente se devuelve al mes siguiente de haberlo pedido. Podes acceder solo en el banco en el cual te acreditan los haberes. De esta forma, el banco sabe que al mes siguiente te van a depositar el sueldo y te van a poder debitar automáticamente la devolución del préstamo. Por este motivo, no exige ningún tipo de garantía. 

Se suele prestar hasta el 50% del sueldo (puede haber un tope máximo de monto a prestar) y se paga en una sola cuota junto con la acreditación del próximo haber. No hay gastos de comisión de otorgamiento ni de cancelación anticipada, aunque si hay que pagar impuestos asociados a la operación (en caso de corresponder). Los fondos los podés usar para el destino que quieras.

Tarjeta de crédito

Seguramente esta sea la alternativa de financiación más usada por todas las personas en su
día a día. Solo tenemos que sacar la tarjeta de la billetera, pasarla por la terminal de pago, o simplemente acercarla, y listo… ¡ya hicimos nuestra compra cuotas!

Esta misma facilidad en su uso no solo es su mayor ventaja, sino también su mayor peligro.
Muchas veces usamos nuestra tarjeta de crédito una y otra vez, perdiendo registro de los gastos que llevamos acumulados. Cuando llega fin de mes y nos ponemos a pensar en todas las compras que hicimos, ¡ya es tarde! Por este motivo, solamente aquellas personas que tengan sus finanzas personales en orden y bajo control, deberían hacer un uso extensivo de la tarjeta de crédito (ya sea en una cuota o varias). Para quienes todavía estén en proceso de orden, lo recomendable sería comprar en efectivo y/o con tarjeta de débito.

Una tarjeta de crédito es similar a una “línea de crédito”. Tenemos un monto disponible para utilizar, el cual se ocupa con cada compra que hacemos. Cuando usamos todo este monto, no podemos seguir comprando. Mes a mes, a medida que paguemos las cuotas de la tarjeta, el cupo se va a ir liberando y lo vamos a volver a tener disponible para su uso.

En este caso, podemos tener tarjetas de crédito tanto del banco en el cual percibimos nuestros haberes como otros, siempre sujeto a un análisis de nuestra situación crediticia. El monto aprobado suele estar en relación con el promedio de los últimos meses de ingresos. No se piden garantías y el plazo de devolución depende de las cuotas que hayamos elegido al momento de la compra. Los fondos los podés usar para el destino que quieras.

Préstamo personal

Aunque no son tan automáticos como las tarjetas de crédito, los préstamos personales también son una alternativa de financiación bastante utilizada. Para pedirlo, tenés que ser cliente y, generalmente, también cobrar tu sueldo en el banco. Al igual que con la tarjeta de crédito, cuando lo solicites, el banco realizará un análisis de tu situación crediticia y el monto final otorgado va a estar relacionado con tu nivel de ingresos y el plazo del préstamo.

Lo que se suele buscar es una relación (que se llama “cuota/ingreso”) entre la cuota que vas a pagar y tu nivel de ingresos. Es decir, el banco se va a asegurar que la cuota del préstamo no supere cierto porcentaje de tus ingresos. Entonces, a mayor monto solicitado vamos a tener mayor cuota, mientras que a mayor plazo la misma va a ser menor (porque tenemos más tiempo para devolver lo que pedimos). En general, el plazo suele llegar hasta los 72 meses.

No hay gastos de comisión de otorgamiento, aunque si hay que pagar impuestos asociados a la operación (en caso de corresponder). Los préstamos personales no piden garantías, pero sí tienen costos por cancelación anticipada. Para mejorar el perfil de riesgo, se suele permitir la suma de ingresos entre cónyuges. Los fondos los podés usar para el destino que quieras.

Préstamo prendario (automotor) y préstamo hipotecario.

Podemos decir que los préstamos prendarios e hipotecarios, comparten gran parte de las características que los préstamos personales. Aquí vamos a centrarnos en las diferencias.

En primer lugar, ya no podemos usar los fondos para el destino que queramos, sino que tienen que ser para la compra de algún vehículo (ej. auto, moto) o compra/refacción de vivienda (ej. departamento, casa). En ningún caso el banco nos va a financiar el 100% del bien que queramos comprar, sino que generalmente ronda el 70-90% (según las características del bien). La parte restante debemos tenerla nosotros al momento de hacer la compra.

En estos préstamos, el banco sí pide una garantía, que es el mismo bien que estamos comprando. Dicho bien queda prendado o hipotecado en favor del banco, lo que le da la posibilidad de reclamar su restitución como forma de pago, en caso de que dejemos de pagar las cuotas del préstamo. Esto impide que podamos vender el bien hasta que hayamos cancelado la totalidad del préstamo. En el caso de los préstamos hipotecarios, el plazo puede llegar hasta los 20 años.

Claves para analizar antes de financiarnos

Hay diversas cuestiones que deberíamos analizar antes de utilizar cualquier forma de crédito. Debajo vamos a mencionar los principales puntos para tener en cuenta.

Naturaleza del gasto

¿Vamos a usar la deuda pagar gasto corriente (ej. supermercado, salidas) o para algún bien
durable que vamos a utilizar durante un período más largo (ej. heladera, sillón, computadora)?

Si es lo primero, sería mejor replantearnos el gasto. Recordemos que al mes siguiente vamos a volver a tener el mismo gasto y, además, la cuota del crédito nuevo. Si es lo segundo, tiene más sentido dado que quizás sea algo que necesitamos y no tenemos toda la plata hoy para comprarlo (recordar lo visto en la clase 10 sobre las compras con ahorros vs. las compras con deudas).

Es importante aclarar que acá no estamos analizando si el gasto que vamos a hacer es necesario o no. Por ejemplo, si realmente necesito una nueva heladera o computadora. Eso tiene que ser analizado previamente, según lo que vimos en las clases del módulo Inicial e Intermedio.

Duración del bien

La duración del bien que queremos comprar debe tener relación con el plazo de la financiación que podemos conseguir. Si compramos una heladera, que nos debería durar muchos años, puede tener sentido pagarla en 24-36-48 cuotas. Mientras paguemos esta deuda, vamos a seguir utilizando la misma heladera sin necesidad de comprar una nueva. Por el contrario, si compramos un celular (que pretendemos cambiar a los 2 años) y lo pagamos en 48 cuotas, al momento de cambiarlo y comprar un nuevo celular, todavía nos van a quedar 24 cuotas por pagar del anterior.

En todo momento, lo que tenemos que tratar de lograr es que las cuotas de la financiación con la que compramos cualquier bien sean menores al tiempo de uso de dicho bien. Así evitamos que se superpongan las cuotas del bien viejo y el bien nuevo que lo reemplaza.

Situación de nuestras finanzas personales

Es importante tener en cuenta el contexto en el cual vamos a tomar la nueva deuda. La situación actual, y proyectada, de nuestros ingresos, gastos y capacidad de ahorro, así como otras deudas existentes, deben ser parte de la decisión.

Si ya tenemos muchas deudas y el objetivo es reducirlas, claramente no vamos a tomar una nueva deuda (salvo para refinanciar o consolidar, como veremos más abajo). Si nuestra capacidad de ahorro es y/o será limitada, quizás no sea el mejor momento para endeudarnos más. Recordemos que con nuestro ahorro futuro vamos a pagar las cuotas de la deuda. Si nuestras finanzas están en orden y sin deudas, y una nueva deuda puede complicar la situación, mejor seguir libre de deudas.

Condiciones de la deuda

Debemos analizar Las condiciones de la financiación que nos están ofreciendo. Por ejemplo, el plazo, el tipo y nivel de la tasa de interés, el costo financiero total, y la posibilidad y costos por cancelación anticipada.

·       Plazo: recordar lo que dijimos arriba, tiene que estar relacionado con el bien que vamos a comprar con la nueva deuda.

·       Tipo de interés: la tasa nominal anual (TNA) puede ser fija o variable (tipo) y alta o baja (nivel). La tasa variable a veces es atractiva en el corto plazo, pero puede significar un
riesgo en el mediano y largo plazo. Salvo que tengamos holgura para el pago de la cuota o conocimiento financiero para analizar las tasas futuras, lo mejor será optar por la tasa fija.

·       Nivel del interés: lo más sencillo que podemos hacer es comparar la TNA con la inflación. En condiciones normales, lo esperable sería que la tasa de interés sea mayor a la inflación esperada. A veces podemos encontrar algún préstamo con tasas menores que, dado el contexto de la economía, pueden ser buenas alternativas.

·       Costo financiero total (CFT): es el verdadero valor que importa, dado que considera los gastos de otorgamiento y gastos extra durante la vida del préstamo. Principalmente incluye impuestos (IVA, impuesto a los sellos, ingresos brutos) y seguros. Todo según corresponda al tipo de financiación que pidamos. Cuidado al comparar préstamos, dado que a veces vemos TNA bajas, pero con CFT altos. También podemos usar la inflación esperada como referencia.

·       Cancelación anticipada: algo que generalmente no miramos lo suficiente, pero es muy importante. Tener la posibilidad de cancelar el préstamo de forma anticipada puede ser útil si en algún momento tenemos un ingreso extra, si queremos consolidar nuestras deudas o así luego de un tiempo podemos conseguir financiación en mejores condiciones. Generalmente, hay un costo por cancelación anticipada y un capital mínimo a cancelar.

Pago mínimo de la TC

Es probable que hayamos escuchado esto muchas veces. Bueno, lo vamos a repetir. NO HAY QUE HACER EL PAGO MÍNIMO DE LA TARJETA DE CRÉDITO. Cuando pagamos el mínimo de la tarjeta, lo que hacemos es trasladar el monto no pagado al mes siguiente, por el cual nos cobran una tasa de interés (que suele ser alta). Así, al mes siguiente vamos a pagar las cuotas del mes, más el saldo no pagado del mes anterior, más los intereses. Si hacemos esto de forma constante, en muy poco tiempo vamos a tener una bola de nieve fuera de control.

Si tenemos el pago por débito automático de la cuenta bancaria, debemos asegurarnos de que se debite el pago total y no el pago mínimo. En caso de no estar seguros, podemos llamar al banco para que nos digan y cambien la opción (a pago total) de ser necesario.

Beneficios impositivos

Lamentablemente no aplica a todas las deudas. Sin embargo, en algunos casos podemos
beneficiarnos con una menor carga impositiva. El caso más habitual es el de los intereses de los créditos hipotecarios, que se pueden deducir del impuesto a las ganancias, reduciendo la base imponible sobre la cual pagamos el impuesto.

 
Ideas para cancelar nuestras deudas

¿Qué pasa si ya tengo deudas (muchas o pocas)? ¿Cómo hago para cancelarlas todas y poner
en orden mis finanzas?

Es importante pagar todas nuestras deudas. Si no lo hacemos, va a ser imposible ordenar y controlar nuestras finanzas, vamos a estar siempre preocupados por no saber qué pasa en nuestra economía y van a quedar registros negativos en nuestro historial crediticio. Esto último nos puede traer problemas si necesitamos tomar una nueva deuda, contratar algunos servicios financieros o, incluso, firmar distintos tipos de contratos en los que nos comprometemos a realizar pagos futuros. Además, nuestros acreedores podrían iniciar acciones legales en nuestra contra exigiendo el embargo de nuestros ingresos y bienes.

Lo que tenemos que hacer, al menos, es seguir pagando todas nuestras deudas al día, cuota por cuota, sin dejar nada pendiente para el mes siguiente. Esto incluye hacer el pago total de la tarjeta de crédito, nunca el pago mínimo. Si luego de ordenar los ingresos y gastos, queremos ir un paso más allá y empezar a cancelar nuestras deudas, debajo te proponemos algunas ideas.

Refinanciar tus deudas

Si alguna deuda en particular tiene una cuota mensual elevada y realmente se hace muy difícil poder pagarla, una alternativa viable podría ser acercarnos a hablar con nuestro acreedor para refinanciarla. En estos casos, lo que se va a hacer es tomar el capital que debes y usarlo como base para un nuevo préstamo, con un plazo mayor al que te quedaba actualmente. Esto va a disminuir la cuota mensual. Si la cuota resultante es significativamente menor a la suma de las cuotas actuales y podemos pagar un poco más por mes, quizás podamos acortar el plazo de la nueva deuda para terminar antes su cancelación total.

En estos casos, hay que tener cuidado con el costo financiero total que nos ofrecen, tratando que sea igual o menor que el que tenemos actualmente. En algunos casos, incluso con un costo mayor, quizás podamos lograr el efecto deseado (disminuir la cuota). También tenemos que estar atentos a potenciales gastos adicionales que se incluyan en la refinanciación (de corresponder).

Consolidar todas nuestras deudas

Muchas veces tenemos varias deudas con distintas entidades, que tomamos en distintos momentos del tiempo. Aunque estemos al día, esto agrega complejidad a nuestras finanzas, ya que son varios pagos, y en distintas fechas, a los cuales tenemos que estar atentos. Una forma de ayudar a ordenar nuestras finanzas es consolidar todas estas deudas en una sola, tal que solo tengamos que preocuparnos por hacer un pago al mes en lugar de varios.

En este caso, es importante tener en cuenta cada punto que hablamos más arriba. Principalmente, que el costo financiero total que nos ofrecen sea menor al de las deudas que estamos cancelando (al menos en promedio) y que la cuota de la nueva deuda sea similar (o inferior) a la suma de las cuotas que estamos pagando. Si el monto resultante es significativamente menor a la suma de las cuotas actuales y podemos pagar un poco más por mes, quizás podamos acortar el plazo de la nueva deuda para terminar antes su cancelación.

Acelerar el pago de las deudas más caras

Lo primero que tenemos que hacer es un listado con todas nuestras deudas y ordenarlas, de
mayor, a menor según su costo financiero total. Si no conocés el costo financiero total, podés usar la tasa nominal anual. Así, la deuda con el costo más alto va a ser nuestro primer objetivo.

Mes a mes, debemos seguir pagando la cuota total de todas nuestras deudas (ej. préstamos y tarjetas de crédito) y asignar un excedente de ahorros que vamos a destinar al pago extra de la deuda más cara. De esta forma, vamos a cancelar el capital de forma anticipada, sin pagar intereses caros por esa parte.

Recordemos que la mayoría de los préstamos tienen cargos y ciertas condiciones para la cancelación anticipada, pero en cualquier caso debería ser menor los cargos que el interés. Si las condiciones del préstamo te obligan a pagar varias cuotas juntas, lo que podés hacer es destinar un fondo de ahorro mensual específico para cancelar deudas y, cuando logres acumular el monto necesario, usarlo para cancelar todas las cuotas juntas que te pidan.

En algunos casos se recomienda ordenar las deudas según su monto pendiente, de menor a
mayor; es decir, dando prioridad a las deudas más pequeñas. La idea detrás de esto es cancelar estas deudas con mayor velocidad (dado que debemos poco) y luego seguir con las deudas que nos van a tomar más tiempo. Hacerlo de esta forma puede tener un efecto positivo en el orden de nuestras finanzas (menos cantidad de pagos) y en nuestra motivación, dado que vamos a ir disminuyendo la cantidad de deudas. Sin embargo, la deuda con menor monto no va a ser necesariamente la que tenga mayor costo financiero, por lo cual no nos asegura que estemos ahorrando en el pago de intereses.

Dicho de otra forma, pagar primero las deudas con mayor costo financiero total va a tener un impacto positivo en lo económico (disminuye el pago de intereses), mientras que pagar primero las deudas de menor monto va a tener un impacto positivo en lo psicológico (disminuye la cantidad de deudas que tenemos). En este curso proponemos enfocarnos en el impacto económico, dado que nos ayuda a disminuir nuestros egresos. Sin embargo, si alguien prefiere tomar el otro enfoque, también estaría bien. Lo importante es pagar las deudas lo antes posible.


¿Siempre conviene refinanciar, consolidar o anticipar el pago de deudas?

Quizás la primera respuesta que se nos viene a la mente es que SÍ, siempre conviene refinanciar, consolidar o anticipar el pago de nuestras deudas. Sin embargo, la verdadera respuesta es que NO, no siempre este va a ser el mejor curso de acción. Veamos algunos ejemplos.

·       Diferencial de tasas de interés: si tomamos originalmente una deuda, con tasa fija, en un momento de tasas de interés bajas y queremos refinanciar o consolidar en un momento de tasas altas, lo que vamos a estar haciendo es encarecer los intereses que vamos a pagar. En este caso, mirando solamente el diferencial de tasas de interés y de una deuda en particular, no sería aconsejable refinanciar o consolidar.

·       Tipo de tasa de interés: cancelar deuda con tasa fija tomando deuda con tasa variable no siempre es aconsejable. Como dijimos arriba, la tasa variable puede ser atractiva en lo inmediato, pero tiene riesgos potencialmente altos en el mediano y largo plazo. En general,
salvo que podamos analizar y entender dichos riesgos, siempre va a ser mejor mantenernos con las deudas con tasa fija.

·       Momento en la vida del préstamo: los préstamos que se otorgan a las personas naturales (clientes que no son empresas), suelen tener lo que se llama “sistema de amortización francés”. Sin entrar en detalle, este sistema se caracteriza por tener cuotas iguales (o con
cambios pequeños) durante toda la vida del préstamo y una composición de cuota que cambia mes a mes. Al principio se pagan más intereses y menos capital, mientras que al final se paga más capital y menos interés. De esta forma, al llegar a la mitad de la vida del préstamo todavía vamos a deber más de la mitad del capital (durante todo este tiempo pagamos más intereses que capital). Entonces, si nos encontramos sobre el final de la vida de un préstamo, ya pagamos casi todos los intereses y nos falta pagar mayormente capital. Al refinanciar con un sistema de amortización francés, vamos a volver a pagar cuotas con más intereses que capital, lo cual no tiene mucho sentido. A modo de referencia, si ya pagamos el 50%-60% del total de cuotas del préstamo, refinanciar, consolidar o anticipar el pago podría no ser la mejor opción.


Es importante aclarar que estos ejemplos son generales y no siempre van a ser la mejor opción conveniente para nosotros. Recordemos que, como vimos arriba, otras cuestiones de nuestra situación financiera podrían inclinarnos por una refinanciación o consolidación de todas formas (ej. necesitamos ampliar los plazos para bajar el monto de la cuota).

Para cerrar, si te encontrás en una situación compleja, en la que llevás mucho tiempo sin pagar tus deudas y recibís llamados constantes de tus acreedores reclamando el pago, te invitamos a que conozcas nuestro Plan de Autofinanciación de Deudas en https://chauatusdeudas.com.ar/plan/.